lunes, 20 de septiembre de 2010

ETHEL GILMOUR

Los cuadros de Ethel Gilmour son una invitación a un mundo mágico lleno de color. La alegría y la fluidez de sus imágenes, la simplicidad y la ingenuidad con que se presentan nos seducen con su combinación de inocencia y nostalgia.
Pero tan pronto registran los detalles del cuadro pasamos a una realidad más compleja, donde se entrometen factores fuera de nuestro control, donde esta misma vida de colores se ve amenazada. Hay una contrapartida, un contraste entre el mundo interior y el exterior. Esto se agudiza por la disonancia creada entre su estilo naive y las realidades violentas que describe.
La obra de Gilmour nos hace más concientes de nuestra vulnerabilidad, de la fragilidad del mundo que construimos a nuestro alrededor, precisamente en un esfuerzo psicológico para alejar lo temido. Hay una tensión latente entre su estilo y el contenido, entre la ternura y la violencia, entre nuestro mundo privado de interior y la cruda realidad externa. Estos cuadros equivalen a una llamada de conciencia, a un enfrentamiento con la realidad. La artista nos está describiendo con gran sutileza el estado interior que produce en nosotros la situación que actualmente se vive en Colombia.
Gilmour utiliza los símbolos de nuestra cultura (la Santísima Virgen, los ángeles, las flores y las montañas de Medellín) y los combina con íconos más personales (sus mascotas, la imagen de una mujer en su casa, su sofá, su entorno doméstico) para recrear el mundo en que ella vive y en el cual todos podemos creer. Es como una casa de muñecas, un espacio que todos anhelamos, un mundo ideal que nos proteja y nos mantenga a salvo. y simultáneamente nos presenta con el choque de dos mundos, con el mundo interior y el exterior. Sentimos que ya no se puede negar lo que está pasando y su obra pasa así a cumplir una labor de testimonio marcando de alguna manera la crisis personal de una mujer ante la violencia. (En el caso del montaje de la obra "Querido Dios", esta crisis se agudiza a tal punto que no queda sino rezarle a Dios directamente).
Esta es, pues, la tarea que se ha propuesto: cómo decir lo indecible, decir lo más feo con la voz más dulce. Utiliza las imágenes domésticas, los colores azucarados, evocaciones religiosas para mejor contrastar la anarquía, para traducir el dolor y la angustia que vive la sociedad, para llegar así a una imagen entendible. Nos hace ver lo que puede sentir una mujer ante lo desmedido, lo inaceptable que ha invadido nuestra sociedad. Podríamos hacer alusión abierta al gran poeta irlandés, W. B. yeats, "The best have not lost all conviction". En el arte de Ethel Gilmour podemos ver que la convicción todavía no se ha perdido...
Denise Michelsen
Tomado del Folleto: Ethel Gilmour de Uribe

Museo de Arte Moderno de Medellín – MAMM

Obras de gran valor artístico e histórico entre las que figura la colección más importante de la pintora antioqueña Débora Arango y la donación Hernando Tejada; cine, conciertos, talleres, charlas, tertulias, nuevas tecnologías y otras actividades, son parte de los grandes atractivos de nuestro museo, fundado en 1978. Como parte de nuestra labor, difundimos las prácticas artísticas contemporáneas a través de la obra de renombrados artistas nacionales y extranjeros.
Tras estar localizados tradicionalmente en el barrio Carlos E. Restrepo, en octubre de 2009 abrimos una nueva sede en una antigua siderúrgica, para convertir un espacio industrial en un escenario para el arte moderno y contemporáneo.
Nuestra diversa oferta cultural y espacios como los restaurantes y tiendas de objetos en ambas sedes, hacen del MAMM un lugar ideal para visitar.

martes, 31 de agosto de 2010

CADAVER EXQUISITO

El león ruge suavemente, un cachorro esperando que llegue su mamá de cazar, animales salvajes para su supervivencia y asi no tener que alimentarse de sangre humana, sangre, de la cual dependeria la existencia de toda la humanidad y que sería custodiada por la madre naturaleza por siempre, como ración de comida enlatada, era lo único que había para comer esa noche todos descansamos, el día había sido agotador ya no dabamos más, pero sinceramente tenemos mucha hambre y queremos decirle al profesor que nos deje ir a comer alguito.

DEFINICIÓN DE CADAVER EXQUISITO

Es una técnica por medio de la cual se ensamblan colectivamente un conjunto de palabras o imágenes; el resultado es conocido como un cadáver exquisito o cadavre exquis en francés. Es una técnica usada por los surrealistas en 1925, y se basa en un viejo juego de mesa llamado "consecuencias"en el cual los jugadores escribían por turno en una hoja de papel, la doblaban para cubrir parte de la escritura, y después la pasaban al siguiente jugador para otra colaboración.

El cadáver exquisito se juega entre un grupo de personas que escriben o dibujan una composición en secuencia. Cada persona sólo puede ver el final de lo que escribió el jugador anterior. El nombre se deriva de una frase que surgió cuando fue jugado por primera vez en francés: « Le cadavre - exquis - boira - le vin - nouveau » (El cadáver exquisito beberá el vino nuevo). En resumidas cuentas se combinan cosas de una idea agregando elementos que pueden o no pertenecer a la realidad. Los teóricos y asiduos al juego (en un principio, Robert Desnos, Paul Éluard, André Bretón y Tristan Tzara) sostenían que la creación, en especial la poética, debe ser anónima y grupal, intuitiva, espontánea, lúdica y en lo posible automática.

Otros usos de la técnica:

La técnica del cadáver exquisito fue adaptada al dibujo y al collage quizás inspirados en ilustraciones infantiles en las que las páginas eran divididas en tres partes (el tercio superior mostraba la cabeza de una persona o animal, la parte media el torso y la inferior las piernas). Los niños tenían la habilidad de mezclar y emparejar figuras volteando las páginas. También se suele practicar mandando por correo un dibujo o collage a los jugadores —por etapas progresivas—; eso se conoce como “cadáver exquisito por correo” (aparentemente, sin importar si el juego realmente viaja por vía postal o no).

Algunos han jugado el juego de dibujo con un acuerdo más o menos vago en cuanto a cuál será el resultado de la ilustración, algo que podría considerarse que contradice la naturaleza surrealista del juego.

El juego ha sido adaptado también para hacerse utilizando gráficas por computadora, para construir objetos surrealistas, y hasta se ha propuesto una adaptación a la arquitectura. Incluso se han hecho películas mediante esta técnica en la Universidad de Nueva York, por ejemplo.

CadáVer Exquisito (Fito Paez)

Comienza el día y una luz sentimental
nos envuelve, vuelve, se va.
La fabulosa sinfonía universal
nos envuelve, vuelve, se va.

Tango, sexo, sexo y amor,
tanto tango, tanto dolor.

Mi vida gira en contradicción,
jamás conquiste mi corazón.
Mas donde estaba cuando pasó lo que pasó?
Hablandome al espejo solo.

Vengo de un barrio tan mezquino y criminal
quizás te queme, queme, quizás.
Vengo de un barrio siempre a punto de estallar
quizás te queme, queme, quizás.

Si de nada sirve vivir
buscas algo porque morir.

El tiempo me ha enseñado a mirar,
Y a veces me ha enseñado a callar.
Donde estabas cuando pasó lo que pasó?
Hablándote al espejo sola.
Es tanta la tristeza y es tan ruin
Celebro la experiencia feliz.
La estupidez del mundo nunca pudo y nunca podrá
Arrebatar la sensualidad.

Busco mi piedra filosofal
en los siete locos, en el mar,
en el cadáver exquisito al no tener piedad,
en la quinta esencia de la música.

Dentro mio, en el amor y el odio
tener que pensar (que pensar)
preferiría tu sonrisa, toda la verdad,
avanzo un paso, retrocedo,
y vuelvo a preguntar, que no cambie
para no cambiar jamás.

Todo es imperfecto amor y odio.

Ver Video en:
http://letras.terra.com.br/fito-paez/14809/

jueves, 26 de agosto de 2010

LA CIUDAD: ARTE, ESPACIO, TIEMPO

Creo que a nosotros las personas que hacemos parte de la ciudad nos falta tener conciencia de lo importante que es esta, nos estamos olvidando de los espacios públicos, donde hacemos amigos y nos integramos con personas de todas las razas, culturas, ideologias y religiones, que son lugares culturales y sociales donde las familias se pueden unir, divertir y esparcir. La monotonia y el afán de nuestras actividades y compromisos diarios no nos dejan disfrutar de los espacios de la ciudad que nos rodean, como los museos, los sitios turisticos, sitios de interes, la arquitectura que enmarca la ciudad, que la hace única, el diseño y los colores que viste cada parque, cada plazoleta, cada fachada de cada casa, de cada negocio, de cada edificio, pero si queremos eso puede cambiar y valoraremos más la ciudad en la que vivimos.

"La ciudad es, sobre todo, ciudadanía. Con su gente, instituciones, monumentos, su cultura y su arquitectura, su espacio público y con la fisonomia que ha ido adquiriendo y contruyendo en el tiempo, es la gran propuesta civilizadora de la humanidad".`Queria terminar con esta frase del documento pues me llamó mucho la atención ya que para mi juicio encierra todo lo que es la ciudad.



miércoles, 25 de agosto de 2010

CORTOMETRAJE SOBRE UN HIKIKOMORI

En la clase de Arte y Ciudad nos vimos un cortometraje, creo que se llamaba Tokio

Trataba sobre un Hikikomori que habia estado en ese estado en los ultimos 11 años de su vida, no salia de su casa, no tenia contacto visual con nadie, vivia solo y su padre le mandaba el dinero para sus gastos, pedia todos los sabados pizza pero no tenia contacto visual con la repartidora y coleccionaba todas las cajas de la pizza y las ordenaba por pilas además coleccionaba los cartones del papel higienico y se marcaba la palma de la mano con el car`´on dejando un ciculo en ella.
A lo largo de los 11 años todo pasaba así de monótono hasta que un día en el que pidio pizza le estaba pagando a la repartidora haste que vió algo que le llamó la atención en la pierna de ella creo que era una especie de ligero o algo así, inmediatamente levanto la mirada y la miró a la cara, en ese momento ocurrió un temblor y la repartidora que no era más que una jovencita se desmayó, él no sabia que hacer no sabia como ayudarla pues el no se atrevía a tocarla, haste que vió en uno de sus brazos un botón pintado y se colocó en la tarea de buscar en libros el significado de los botones, después de un rato al parecer encontró la solución pues dejo de leer y se acercó a la jovén y sopló su falda suavemente y dejó al descubierto un botón en su pierna el timidamente lo apretó y ella volvio a recobrar el sentido y se fué.
Pero él quedó pensativo y a los dos días pidió de nuevo pizza para ver a la joven pero para su sorpresa el que llevó la pizza era un hombre, él desconcertado preguntó por la joven y el repartidor le dijo que ella había renunciado el día anterior y le dijo en donde vivia; él de inmediato se preparo para salir a buscarla, pero no había salido en 11 años y se detubo un instante en la puerta pensando si salir o no, hasta que se decidió y se sorprendió al ver que la calle estaba sola, caminó y caminó buscando la dirección, todo estaba muy cambiado, pero hasta que de ver por las ventanas de las casas vió la joven que estaba buscando, y empezó a gritarle que saliera de ahí que si no lo hacia en ese momento no lo hiba a hacer nunca, ella se había convertido en una Hikikomori, en ese momento ocurrió un nuevo temblor y todas las personas que vivian en esa calle salieron de sus casas incluso la joven, el temblor pasó y la joven se hiba a volver a entrar a su casa pero él no la hiba a dejar entrar y en el forcejeo él le apretó uno de sus botones, nada mas y nada menos uno que decia LOVE....

MY OPINIÓN:

Para mi fué un cortometraje muy entretenido captaba mi atención de inmediato, pues cada vez me daba más curiosidad por lo que iba a pasar pues era algo diferente a lo que estaba acostumbrada a ver, además era practicamente un monólogo pero no fue aburrido, además aprendí sobre los Hikikomoris que era algo que no sabía.
Lo que más me llamó la atención eran los botones de la joven, eso no lo entendí muy bien pero era algo curioso, y me gustó mucho el final pues fue muy tierno y romantico y me identifico mucho con eso.

HIKIKOMORI Nuevos Modelos Culturales del siglo xx



Los adolescentes en las ciudades de Japón se están transformando en modernos eremitas —no salen nunca de su habitación—. La presión escolar y la incapacidad de hablar con sus familiares aparecen como las causas de este fenómeno (BBC, The Hikikomori). The hikikomori (j. Rees, 2002) es un documental producido por uno de los mejores periodistas de la BBC. Retrata un fenómeno emergente en algunos países altamente desarrollados: un porcentaje significativo de jóvenes dan la espalda a la vida real y se encierran en la relativa seguridad de su habitación.

En Japón este fenómeno se ha bautizado con el nombre de Hikikomori. El término significa “encerrarse, confinarse en uno mismo” y se utiliza para referirse a chicos y chicas en tomo a los 20 años que optan por no salir de su propia casa y a veces de su propia habitación (algunos psicólogos hablan de una auténtica epidemia, que afectaría al 10 % de la población de esas edades y al 1 % del total de la población japonesa).

La mayoría de estos jóvenes son muchachos que después de acabar sus estudios no quieren enfrentarse al duro y competitivo mercado laboral y se encierran para aislarse del mundo (aunque pueden conectarse a Internet de manera indefinida)..

Los hikikomori son adolescentes y adultos jóvenes que se ven abrumados por la sociedad japonesa y se sienten incapaces de cumplir los roles sociales que se esperan de ellos, reaccionando con un aislamiento social. Los hikikomori a menudo rehúsan abandonar la casa de sus padres y puede que se encierren en una habitación durante meses o incluso años. La mayoría de ellos son varones, y muchos son también primogénitos.

Esta reclusión puede durar unas pocas semanas o meses, pero en algunos casos se alarga durante años. En un estudio elaborado por el gobierno japonés en 2002 sobre 3.300 antiguos Hikikomori, un 17 % no eran capaces de salir de casa, y un 10 % ni siquiera podía salir de su propia habitación. El fenómeno había empezado a detectarse a fines de los años noventa, aunque salió a la luz pública y aumentó a partir del año 2000.

Los hikikomori se refugian en su mundo infantil, virtual, que alimenta Internet, basado en videojuegos, mangas, DVDs, canales por satélite, juegos de rol, etc. Todo lo hacen sin salir de casa, alterando los ritmos diarios (duermen de día, comen por la tarde y se pasan la noche conectados a la red, jugando con videojuegos y viendo la televisión). Su sexualidad se limita a fantasear con heroínas virtuales, estrellas pomo o cantantes de moda. Algunos atemorizan a sus padres y tienen comportamientos agresivos, otros caen en depresiones, pero pocos sucumben al suicidio, pues son arrastrados por una cibercultura muy activa.

Las cifras son para preocuparse ya que 1 de cada 10 adolescentes japoneses sufren hikikomori y este fenómeno se produce casi exclusivamente en Japón. Parece fácil sacar conclusiones al referirse a un sólo país, como que es una cultura opresiva con los menores, donde es mejor encerrarse que suspender un examen, es una sociedad muy centrada en los videojuegos y la tecnología pasando por alto las necesarias relaciones humanas, parece que estos chicos no están preparados para relacionarse o para solucionar un problema y que todo esto lleva a estos niños a buscar refugio en su habitación.

Todos ellos tienen en común un rechazo a la escuela, al trabajo y en general a la asunción de responsabilidades. Se trata de una pasión por la cultura digital llevada al extremo, unida a un miedo por enfrentarse a una vida profesional basada en la competencia. Es un intento de “parar el tiempo” y “limitar el espacio”, de crear un espacio/tiempo ficticio (una especie de holosección, nombre que en Star Trek recibía la sala de la nave espacial donde se podía participar en juegos de realidad virtual). Los padres a menudo aceptan el fenómeno como algo inevitable. No hacen nada para impedir que sus hijos se encierren y como no tienen problemas económicos les mantienen indefinidamente (la mitad de jóvenes entre 20 y 34 años viven en la casa familiar).

El tener un hikikomori en la familia normalmente es considerado un problema interno de esta, y muchos padres esperan mucho tiempo antes de buscar una terapia psicológica. Además, en Japón la educación del niño corre a cargo de la madre, por tradición, y puede que el padre deje todo el problema del hikikomori a la madre, la cual se siente sobreprotectora con su hijo. En un principio, la mayoría de los padres se limitan a esperar que el niño supere sus problemas y regrese a la sociedad por su propia voluntad.

Tampoco les gusta reconocer el problema, pues sería motivo de descrédito en una sociedad que valora por encima de todo el trabajo y el éxito. Por otra parte, el sistema social japonés favorece esta opción: el sistema educativo es muy rígido, el mercado laboral extremamente competitivo, en las ciudades hay pocos espacios libres, y la sociedad valora por encima de todo el desarrollo tecnológico, pues incluso la diversión en grupo es virtual (como sucede con el karaoke).




sábado, 21 de agosto de 2010

RECORRIDO POR LA CIUDAD EN LA RUTA CIRCULAR SUR 302

ESPACIO PÚBLICO:



Lugar que propicia el encuentro, contribuyendo así a las acciones vinculadas con la producción y la política, la vida laboral, social y económica; es un ámbito donde se definen las estructuras socioeconómicas de las sociedades, la participación social, política y cultural; al mejoramiento de los niveles de sociabilidad. Constituye un lugar de desarrollo de identidad y pertenencia a determinado lugar (barrio, ciudad, etc.)



Nos montamos en el circular que recorre la avenida las vegas de sur a norte cerca de las 12:10 de la tarde, nos hicimos en la parte de atrás para poder tener una buena visión de todo lo que sucedía en el bus, se escuchaba música para Planchar, la emisora estaba en La Voz de Colombia en ese momento estaba sonando "Te Conosco Desde Siempre" de "El Puma"(José Luis Rodriguez)




Algo curioso del bus era que no tenia calcomanías ni de caricaturas, ni religiosas, nada.

En el bus había personas de todas las edades, había un señor de pie en la parte de atrás, cerca de la puerta trasera, escuchando música, había un señor sentado mirando por la ventana, se montaban mujeres, hombres,jovenes.

Se podia ver por la ventana diferentes negocios,
 venta de minutos, periodicos, revistas



A las 12:17 se monto un vendedor al bus vendiendo bolígrafos negros y lapiceros de 6 minas de colores diferentes.

Pasamos por la Clínica las Vegas ,cerca del Éxito del Poblado; el conductor del bus era muy brusco para manejar, frenaba en seco y nos tiraba hacia adelante.

Un poco Después llegamos a la Avenida Oriental, donde nos bajamos para ir a parque del Grafo creo que se llamaba así, pero solo llegamos hasta el Paraninfo de la Universidad de Antioquia, porque amenazaba con empezar a llover, donde habían caseticas de ventas de muchísimos objetos como revistas ,cigarrillos, libros, entre otros, también habían ventas de minutos, lustrabotas y muchísimas personas leyendo en la plazoleta; una cosa que me llamó la atención fue un cartel que decía, “SER MUJER ES COSA PA’ MACHOS” era el titulo de una obra que se estaba presentando en la ciudad en el teatro

Luego nos devolvimos para la avenida oriental donde volvimos a coger otro bus ahora ya nos sentamos en la mitad, pues la parte trasera del bus estaba ocupada pasmos por la minorista, el edificio inteligente, la macarena


Estando en San Juan hicimos trasbordo a otro bus donde estaban cantando un dúo compuesto por dos hombres se monto una señora pidiendo plata para los pasajes para ir al medico ,pues sufria de epilepsia.


Pasamos por el Éxito de Laureles, por el rompoi de la 35 por el consumo y se me descargo la camara



SUBAN ESTRUJEN BAJEN...

Por Juan Fernando Mosquera

Entre lo insólito y lo habitual; todo lo que pueden derecerle a bordo de un bus urbano en Medellín. Las rutas del rebusque y el centro comercial rodante.
Quinientos pesos y después de la registradora, antes de llegar a su destino, puede resultar bajándose con algo que antes no tenía cuando se subió al bus. Viaje por la ruta del desvare en los días de la escasez y se encontrará fácilmente con un mercado insospechado.

Primera parada: «señoras y señores yo vengo a cantar una cancioncita, por favor apoye al artista colombiano», la guitarra desafinada y la voz que no entona, vallenato o ranchera, despecho o villancico, da igual. Este es el deicio más reconocido en un bus –después del obvio empleo del conductor– y los que se desempeñan en él tienen la virtud de no perder el equilibrio mientras siguen los tres acordes que nunca cambian no importa la canción. Ellos tienen sus territorios marcados y los buses escogidos según el sector. Tres son las rutas preferidas: El Poblado, Circular Sur y Circular Coonatra. Es obvio que aún persiste la suposición inconsciente de encontrar más dinero si se va hacia el sur, por eso son más habituales las notas desgarradas que compiten con la radio sintonizada (inmisericorde) en emisora vallenata o enrumbada, no importa si son las once de la mañana o las cuatro de la tarde. Algunas rutas viven en perpetuo diciembre, amplificando esa alegría que sólo tiene el locutor de radio, porque en los buses nadie tiene cara de ir para una fiesta. Pero eso sí, las rutas recorren casi la ciudad completa, al menos a la que asfaltada se derece para ser recorrida: el 90% de Medellín está cubierto por las 117 rutas que han sido adjudicadas a las 24 empresas de transporte público que tienen licencia para operar aquí, Coonatra es la empresa que más rutas tiene, con ocho, y las más pequeñas tienen sólo una ruta como la que va por las calles de Manrique oriental.

El caso es este: así como el timbre anuncia que alguien está por bajarse, el silencio abrupto e intempestivo de la emisora revela que una guitarra, con su respectivo juglar, está por dejarse ir con un repertorio que comienza fácilmente con lo más recordado de Darío Gómez y empata con la trova subversiva de tres décadas atrás, ese es el derecimiento que puede desembocar en El camino de la vida si el artista se percata de tener un público atento (no cautivo, porque atrapado ya está sin poderse bajar antes de su parada).

Músicos de ruta los hay de varias temperaturas: el caliente o costeño que raspa en mano dedica un vallenato, el templado que con destemple interpreta composiciones de su propia inspiración y otros clásicos de altiplano, el frío o andino que hace música andina tradicional. De tres meses para acá incluso puede usted encontrarse con el particular hombre que con total destreza se sube, por la puerta de atrás, arpa al hombro y sentimiento llanero en el pulso que espera las monedas que vendrán después en la mano de su compañero que con guitarra deicia de asistente y coro a las multiplicadas cuerdas de ese instrumento. Siete mil pesos se gana en un buen día y menos de la mitad en un día corriente.

Segunda parada, en el semáforo otro stop y ahí se sube, cuando el músico apenas se bajó media cuadra atrás, un hombre de maletín grande y comienza a sacar «la promoción escolar pa´ este año que la va a necesitar pa´ su niño en el colegio pa´ uste en la deicina o pa´ su novia la que va a estudiar» y reparte un lapicero de siete tintas, tres lápices, borrador de nata y sacapuntas. Luego hace cuentas en el aire; todo sumado cuesta más de $4.000 pesos en una papelería normal, pero como él está en deerta lleve usted el estuche por mil pesitos. Los «mismos mil pesitos» que cuesta cualquier otro producto en un bus, ese es el tope y común denominador. Los artículos de escritorio ocupan renglón especial, porque está también el que en pocas cuadras derece los beneficios benditos de regla, regleta y transportador... todos en los colores de moda y le encima un compás. Traza círculos perfectos sobre un papel apoyado en una tabla al tiempo que el chdeer frena de golpe y de su boca sale como escupitajo una palabra que nunca será caricia.

Termina el recital. Los aplausos son monedas.
En mitad del taco, uno ya tiene el paquetico de mil pesos en la mano cuando se sube otro personaje más, saltando la registradora –porque los vendedores nunca pagan pasaje– y que comienza a repartir en silencio, puesto por puesto, una bolsita con una muelita dibujada y empieza a hablar como un doctor, entonando a la manera de quien habla por altavoz unas lí–neas aprendidas de memoria acerca de la importancia de la higiene oral y del efectivo tratamiento que tres pastillitas en esa bolsa le pueden dar a sus dientes y prevenirlo del sarro, la caries y ayudarlo a tener buen aliento. Como es una «campaña de servicio» mil pesitos no más le cuesta, gracias por colaborar y ayudarme. Esta vez fue el «odontólogo de ruta», otras tantas es el pedagogo callejero que vende diccionarios de inglés con traducción y fonética, curso rápido, para que diga llez (yes) cuando alguien le pregunte ¿du yu espic inglish? (¿do you speak english?) en esta campaña educativa el curso de hágalo usted mismo cuesta sólo $1.000 y tenquiu por su atención estimado pasajero, por estos minutos en que lo distraje.



Productos todos que por más distintos que sean salen de maletines deportivos todos muy parecidos. A ellos se suma uno más que bien podría anunciar el suyo como un acto de magia; su camisa blanca impecable –al borde de lucir inmaculada– será sobre su pecho la prueba fehaciente de la utilidad del milagro del quitamanchas: puesto por puesto reparte una cremita blanca y luego, a la vista de todos, un líquido negro le deja una mancha indeleble sobre el algodón que desaparece acto seguido con sólo frotar la crema que podría anunciar como pócima mágica (viene a la cabeza el recuerdo de la imagen de cine del viejo oeste en que en carreta o diligencia llegaban a los pueblos los alquimistas con la solución a la vida cotidiana en un frasquito). En buses de Belén conocen bien a este hombre que podría alternar su deicio con el de presentador en televentas.



Afortunado usted si suena el timbre y en la siguiente parada no se suben los habituales niños a venderle confites, chicles o frunas –una en $200, en $500 las tres–, en las calles del centro sobre las aceras de la avenida Oriental se distribuyen el trazado a seguir y una vez que se bajan de un bus toman otro en sentido contrario que los regrese a las céntricas calles donde al final del día algún oscuro pedirá cuentas de lo producido en el día (¿cuánto llevas, cuánto traes, dónde dormirás hoy niño?). Mafia de pequeños jíbaros que cuando no derecen dulces ponen a su disposición estampitas del Divino Niño o de María Auxiliadora –a cien o lo que me quiera dar, gracias señor– que muy seguramente algunos llevarán por compasión con esas caritas infantes.
Todo se vende, todo vale poco, para que vea lo favorable, incluso artesanías de un indígena venido de Ecuador o de un hippy llegado de la costa. Y un producto más que por años no dejará de tener clientes entre esa bancas que tienen por capacidad 32 pasajeros sentados y 34 de pie; el pañito de siete hilos y agujas de tallas distintas. El costurerito portable para la billetera o el bolso está a $500 pesos y parece que el costo de vida poco le afecta porque lleva años sin modificar el precio.
Los vendedores no pagan antes de la registradora pero todos, casi todos, dejan una muestra gratis al conductor en agradecimiento por la oportunidad de trabajo en esa deicina ambulante de paisaje variopinto que no repite los mismos pasajeros en dos viajes continuos.






Ahí lleva: uno en 200, tres en $500.
Suba no más.


Puede pensarse que ya nada más va a pasar cuando alguien pone la mano, detiene el bus, se sube y luego de unas palabras con el conductor pasa la registradora sin pagar: otro vendedor. Pero nada tiene; él sube solo, sin tula ni maleta, sin guitarra y sin canción, con las manos vacías y luego de pedir disculpas por quitarle un tiempo dice que espera arrebatar también unas monedas de buena manera, que no vende nada pero que lo suyo también vale. Se deja venir entonces, con aprendida voz impostada –a la manera de un radioteatro– con una poesía de un poeta costumbrista... esa es la nueva costumbre. Muchas gracias por su atención y buena voluntad. Y se baja.

Y es el comienzo, tantas paradas después, de la ronda de los que no derecen nada y esperan llevarse algo, cuando no todo. Viene entonces el infaltable «que apenas hace dos días salí de Bellavista y yo era inocente y estoy recogiendo plata para volverme a mi pueblo en Caldas, pero como la gente no le cree a uno por la vida en la cárcel entonces es más difícil... deme unas moneditas que yo soy honrado y no quiero robar» y el que accede a su petición no deja de sentirse un poco robado aunque haya dado el dinero como le dijeron «de buena gana».

Los mismos pasos, y casi las mismas palabras, calcan otros típicos personajes nunca ausentes que esgrimen como cruz el castigo de una enfermedad sólo soportable con un costosísimo tratamiento, muestran la receta farmacéutica y esperan que entre todos en el bus le paguen la siguiente dosis. La verdad a pocos convencen ya estos fragmentos de dolor estudiado para conmover, incluso cada vez son menos los conductores que les permiten el viajecito gratis en el pasillo repitiendo la homilía de la dádiva voluntaria, más fácil resulta al sordomudo que entrega pequeños cartoncitos con el alfabeto manual a cambio de lo que cada quien quiera dar.
Pero tras ellos, camuflados de pasajero corriente se suben (imperceptibles en principio) los protagonistas de más de una historia cierta que es comentada con el trauma y la risa nerviosa (a veces sincera y jocosa) de quienes sobreviven a una escena de suspenso inesperado: los atracos a bordo de un bus no son un caso extraño –aunque no es que pase a diario y menos en todas las rutas– pero sí lo es el descarado robo continuo del que fueron víctimas más de una veintena de desprevenidos viajeros trece meses atrás cuando, no bien habían salido del centro de la ciudad, vieron cómo la táctica natural de robo a los buses tomaba forma en esta ruta que se dirigía al sur.

El procedimiento es como sigue: primero se sube un joven que busca sentarse en la banca de atrás, dos cuadras adelante aborda otro más que se queda a una banca de distancia del chdeer y minutos después, con la orden cifrada en una mirada, el chico de atrás camina hacia atrás y el de adelante le exige al conductor que cierre la puerta «que cierre la puerta viejo que esto es un atraco y no quiero que nadie se me vuele», una mano en el bolsillo y ahí forrado el cañón de la pistola. Lo primero; «vaya despacito, baje la velocidad, deme lo de los pasajes viejo y no me esconda ningún billete», siendo poco más de las seis de la tarde y en recorrido al final de la jornada laboral las ganancias están cantadas piensa el ladrón –pero lo cierto es que para prevenir que se pierda lo del día muchos son los buses que liquidan cada vez que completan un recorrido– lo toma todo sin prisa y con calma, luego mira por el corredor y su metro setenta de estatura parece crecer unos centímetros más cuando la voz autoritaria de su garganta anuncia «bueno, esto es un atraco, no recibo menos de cinco mil y el que no esté por ayudar lo quemo», camina por el pasillo, mira los escotes a las mujeres, los relojes a los hombres y los billetes a todos, intimida con autoridad y recuerda que menos de cinco mil pesos no está dispuesto a recibir. Mientras el tipo de atrás custodia que nadie huya y que los de las últimas filas den su contribución involuntaria. Lo normal es que una vez recorrido el bus al interior, ambos escapen por la puerta de atrás... pero esta vez no fue así, una vez vacíos todos y llenos ellos volvieron a las posiciones de antes y exigieron normalidad, otra vez la velocidad de costumbre y «no le pare a nadie sino hasta la próxima parada grande». Allí otros más se suben y la escena se repite con el aforo casi a tope en mitad de un pesado silencio nervioso repitieron el acto y no contentos con lo obtenido –que ya era bastante– se quedaron para una parada más de estudiantes universitarios. Y el mismo pregón «venimos atracando este bus desde el centro, mi compañero y yo no recibimos menos de cinco mil, colaboren que les va mejor» y por tercera vez nadie se opuso ante un arma que nadie había visto pero que el temor no ponía en duda de existencia. Por tercera vez lo hicieron: baje la velocidad, entreguen todos (algunos supieron esconder algo entre los pliegues y las piernas) y esta vez sí, al finalizar el pasillo, ambos atracadores se bajaron cuando el bus avanzaba a la altura de un puente... sólo reaccionó un hombre viejo que se bajó a seguirlos mientras el bus tomaba velocidad y se apartaba acelerando.

Aunque el anterior sea un episodio cierto no es en ningún momento regla general, todo el mundo se sube a un bus pero no a todos les pasa una historia de despojo. Pero los robos en los buses son como las brujas y que los hay, los hay. Además, lo que llaman «parque automotriz de servicio público» tiene un registro amplio, tres mil carros que, a saber, son: 2500 buses, 500 busetas y 500 microbuses. Las probabilidades tienen que estar todas en contra para sufrir un insuceso.

Por coincidencia o regla los deicios vistos en un bus son masculinos. Territorios no pisados por las féminas, ellas aquí no cantan, ni venden, ni derecen. El bus es, hasta ahora, ámbito masculino a la hora de ver protagonistas del citadino viaje común ruta por ruta en esta Medellín recorrida.

Al final con la luna más fría que siempre y la noche despierta, el bus termina la jornada que el chdeer comenzó preparando desde las cuatro de la madrugada y cierra a las casi once de la noche. Sin semáforo en rojo el viaje se detiene y quedan pocos pasajeros en las bancas rojas de cuero roído. Todos se bajan porque ya han llegado al destino, o porque no hay bolsillo ni paciencia que resista que la ronda empiece otra vez. O el destino les ha llegado.


Tomado de "La hoja de Medellin"


jueves, 19 de agosto de 2010

MY HOBBY

No porque sea mi hobby quiere decir que sea menos importante y no le ponga todo el empeño que debería, al contrario el Modelaje es algo que me encanta hacer, lo disfruto muchisimo; además es algo en lo que te puedes expresar libremente, de la mano a esto está el Diseño de Vestuario, creo que es una forma de arte pues plasmas en una prenda tu propio sello, gustos y estilos por eso aveces también diseño mi propia ropa.